jueves, 28 de abril de 2011

No culpes a nadie

No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie, porque fundamentalmente tú has hecho tu vida.
Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar; corrigiéndote, el triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error.
Nunca te quejes del ambiente o de los que te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer, las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o fortaleza de tu corazón.
Aprende a convertir toda situación difícil en un arma para luchar.

Florece

LIBÉRTATE.
Tu no viniste al mundo para ser “aplastado” por imposiciones, sino para cumplir el propósito de tu Espíritu.
Siempre habrá personas y circunstancias que, como piedras, podrán atrasar tu marcha.
Continúa caminando.
Frente a la tiranía acuérdate que el tirano pierde más que el tiranizado.
El no puede escapar de sí mismo, pero tú puedes escapar de él.
APRUÉBATE
No hay bajo el cielo nadie que nunca haya sido desaprobado por otros.
Algunas o muchas veces surgirá alguien para juzgarte y condenarte, para dañar tu auto-imagen.
No te inquietes... prosigue bajo el cielo que te protege.
Frente a la desaprobación acuérdate que Dios no se equivoca y tú eres una creación de Él.
No siempre te será fácil encontrar alguien que ame incondicionalmente y sin restricciones esa manera muy tuya y ÚNICA de ser.
Solo tú conoces las razones para ser como eres.
Los perfeccionistas solo tienen ojos para la “imperfección”.
Es por eso que entran en permanentes estados de frustración.
VALORÍZATE
En tu camino, una que otra vez, surgirán algunos queriendo ponerte de rodillas delante de ellos.
Les es necesario compensar sensaciones de pequeñez y desprotección.
¡Prosigue en pie!
ÁMATE
Viniste al mundo solo y, solo, lo dejarás.
Nunca te será posible ser apreciado por todos, así como no es posible que tú aprecies a todos.
Tú eres la ÚNICA persona presente en tu Vida durante las 24 horas de cada día.
Con esa persona convivirás por toda la Eternidad.
No quieras un día dejar esta existencia llevando contigo a un enemigo.

jueves, 7 de abril de 2011

Usa tus sentidos sabiamente

Se Encontraba en la biblioteca un hombre vestido de overol de esos que usan los trabajadores de las fábricas, y calzaba sandalias en un día muy frío.

En sus manos llevaba varios libros.
¿Quién es ese hombre?, era la pregunta general.

Es un profesor de Física, y viene del Perú, fue la respuesta, con la siguiente historia:

Un día este hombre llegó hasta la facultad de Física vestido del modo tan particular en que le gusta vestir.

Pidió, una entrevista con el decano.

Le indicaron que estaba en una reunión con un grupo de docentes.

El hombre insistió en verlo.

La secretaria lo buscó, y al rato salió el decano a verlo.

Luego de saludarlo, el hombre le dijo: Vengo a pedir trabajo como docente de Física.

El decano miró su apariencia de arriba abajo; su aspecto era la antítesis de un profesor universitario.

De pronto, el decano dibujó una leve sonrisa en su rostro y lo invitó a que lo acompañara.

Entraron en una  sala donde había una media docena de docentes universitarios.

El decano le dijo: Hace poco recibimos este libro como texto guía.

Estamos aquí intentando solucionar unos problemas de Física.

Si usted es capaz de resolverlos, lo contrato como docente.

El hombre tomó el texto, se dirigió a una pizarra y tranquilamente comenzó a resolver uno a uno los problemas que le habían indicado.

Los docentes cambiaron poco a poco la sonrisa de burla que tenían en sus rostros por una cara de asombro.

Cuando terminó, el decano, atónito, le dijo casi tartamudeando: ¿Cómo pudo hacerlo? ¡Hemos estado aquí varios días sin poder resolver estos teoremas!

El hombre, con sencillez, simplemente respondió: Yo soy el autor del libro.

La mejor forma de equivocarnos con las personas es juzgarlas por aspectos externos.

Ninguna persona encaja fácilmente en los estereotipos que nos formulamos de ellas.

DEBEMOS PENSAR EN LO QUE DICE DIOS: "No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; y NO mirar lo que está delante de NUESTROS ojos,

SINO SUS ACTOS y no juzgar a las personas por  SU aspecto externos sino por los  principios que tienen.