viernes, 18 de marzo de 2011

Una regla para el éxito

Cada vez que se cometa un error o se haya sido abatido por la vida, no hay que quedarse demasiado tiempo pensando en ello.

Los errores son la forma en que la vida le enseña a uno.
La capacidad de cometer errores ocasionalmente es inseparable de la capacidad de lograr las propias metas.  Nadie gana de todas, todos, y las fallas que se tienen, cuando ocurren, son simplemente parte del propio crecimiento.  Hay que sacudirse los errores.
¿Cómo podría uno conocer sus límites sin una falla ocasional?
Nunca hay que rendirse.  Ya llegará el turno de uno.

A lo largo de los siglos ha resonado una de las grandes verdades menos entendida y,
sin embargo, sólo los sabios toman en cuenta su consejo.
Si se quiere tener éxito, hay que aprender a vivir con el fracaso.
El fracaso nos proporciona más sabiduría que el éxito.  Si usted me muestra una
persona que nunca ha tropezado, que nunca ha tenido dificultades en su empleo
y nunca ha cometido un error, yo le mostraré que es una persona con un futuro muy sombrío.

Los errores, los desaciertos, las derrotas, son inevitables en esta vida rudimentaria
pero efectiva; sin embargo, si dejamos que eso nos vuelva miedosos, de tal
manera que cuando nos abaten dudamos en volver a intentarlo, nos estamos
condenando a una vida de arrepentimiento.  Las mejores lecciones que podemos llegar
a aprender provienen de nuestros errores y fracasos.

Derrota: ¿Qué es eso? Nadamás un poco de educación, nadamás el primer paso hacia
algo mejor.
Las únicas personas que nunca fracasan son quienes nunca, pero nunca, intentan.

Con mucha frecuencia, se sobrestima el valor de la experiencia... y eso puede ser muy
dañino si impide que uno vuelva a intentar algo después de haberse lastimado.
Hay un antiguo proverbio escandinavo que es una maravilla:
"El viento del norte hizo a los vokingos".

El viento del norte puede hacer maravillas por usted también, amigo lector.
Hay que recordar que hasta las vidas de más éxito contienen capítulos
de fracaso, exactamente como ocurre en toda buena novela, pero la forma en que termine
el libro depende de nosotros.
Somos los autores de nuestros años, y nuestros fracasos y derrotas sólo son pasos
hacia algo mejor.

                       Og Mandino

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