De hecho, el silencio es una práctica que acompaña a todas las demás prácticas de trabajo interior. No se puede hacer bien la autosugestión, si no hay un grado de silencio, de ahondamiento, de interiorización de conciencia. No se puede hacer oración correctamente, si al empezar no hay un grado de silencio para centrarse, y luego otra para recibir las impresiones, o la gracia, trabajar en el nivel de la Mente Unversal, es en el silencio que yo me centro, que yo afino mi orientación, mi dirección hacia esa Mente Universal, y es gracias al silencio que mantengo mi perpectiva despierta, sintonizada respecto a ese nivel de la Mente Universal.
Así, como el silencio es un aspecto que forma parte en cierto grado de todas las prácticas, hay que aprender a practicar, sea cual sea el trabajo que se haga. Incluso nuestra vida diraria debería ser un constante ciclo de actividad y reposo.
El silencio no es nada más que el reposo de nuestra personalidad y de nuestro yo personal.
Pero, aparte de este aspecto en que participa de todas las demás prácticas, el silencio se puede ejercitar, bien como ejercicio especial, o como práctica diaria.
Antonio Blay Fontcuberta
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