Había un rey que quería saber qué era peor si ser avaro o ser envidioso, tomó a dos personas y les dijo:
“Les daré todo lo que me pidan pero al otro le daré el doble.”
Entonces el envidioso dijo: “A ver si entendí bien rey, ¿todo lo que te pida me lo darás pero al otro le darás el doble?”
Si, dijo el rey.
El envidioso le dijo al avaro: “Pida usted primero”; “Faltaba más, dijo el avaro, primero están los caballeros.” Que sí, que no;
entonces el envidioso dijo: “ok, yo pido primero, que me saquen un ojo”
La envidia es un deseo de destruirte, de odio. Las muertes, las violaciones, las estafas, los engaños, los maltratos vienen por la envidia. Caín mató a Abel, por envidia.
La envidia destruye, busca perseguir, tratará de destruirte a través de la persecución abierta o de la descalificación y la calumnia.
El envidioso hablará mal, te descalificará y, si no logra meter cizaña a través del chisme, te calumniará.
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